Por lo general durante el año, estamos tan ocupados entre el ritmo acelerado que nos obliga a permanecer activos, la cotidianidad, el estrés de lo laboral, familiar y demás, que pasamos menos tiempo con nuestra pareja.
En tiempo de vacaciones, cuando la pareja se reencuentra con más tiempo suelen suceder dos situaciones:
O se potencia el amor, renace la pasión y el sexo es más frecuente, los momentos de encuentros se convierten en largas charlas de mates mientras proyectan algo juntos o solo disfrutan el momento presente.
O se encuentran con una persona que les resulta molesta, que hace todo lo que no te gusta, comienzas a contar los días que le faltan para que vuelva a su rutina, ya que al no aprender a compartir demasiado tiempo con el otro, uno se desacostumbra a ciertos hábitos, costumbres o conductas que pueden resultar molestas o simplemente no te gustan.
Entonces comienzan los roces, las diferencias y parece ser que la pareja, solo funciona mejor dentro de una estructura rutinaria.
Las vacaciones son un tiempo para descansar y reconectarse tanto con uno mismo, como con lo que amas.
Es bueno aprovechar ese tiempo para reinventar la pareja, poder hablar de todo aquello que durante el año no se tiene tiempo, poder expresar con palabras y gestos todo el sentimiento y recargar pilas también en el termostato del amor.
Poder darse un tiempo para una salida a solas, dejar los hijos por unas horas y divertirse, tomar algo juntos, bailar, tener una noche de amor, conectarse en todos los planos.
El amor no se debe dar nunca por sentado como algo sellado que nunca se muere al contrario, se lo debe regar permanentemente con el efecto sorpresa y espontaneidad, y las vacaciones son una invitación a que te relajes con la personas que amas y puedas brindarte enteramente y así el disfrute será multiplicado por dos.