Desde los albores de la humanidad se sostiene la lucha del bien contra el mal, generalmente vemos a este último como el gran triunfador, sin embargo, su existencia es efímera, sus triunfos a diferencia del bien no perduran en el tiempo. Uno de los males más destacados son las desigualdades y dentro de ellas el racismo (discriminación según el color de la piel) lo cual pone en evidencia la injusticia, la violencia social y psicológica de un grupo determinado de individuos.
En todas las constituciones de los países civilizados procuran lograr esa igualdad a través de las leyes, que generalmente no se tienen en cuenta bajo el influjo ancestral del odio entre las razas. Un emblema histórico de esa lucha por la igualdad fue Martin Luther King (Premio Nobel de la Paz y líder del movimiento por la no violencia a favor de la igualdad de derechos civiles de los negros).
Pastor evangélico y activista, nació el 15 de enero de 1929 en Atlanta, hijo de una activista Alberta Williams (asesinada 7 años después que su hijo mientras entonaba canciones en el templo) y de Martin Luther King Sr. Era un joven muy apreciado en el ámbito de la comunidad negra de los Estados Unidos, debido a su lucha activa en pro de la igualdad de su raza, arbitrariamente perseguida, prohibida, maltratada desde el punto de vista político, religioso, económico y social sobre todo en EE.UU. Él era consciente de los riesgos que su lucha implicaba, poco antes había escrito “Tal vez tenga una ventaja sobre la mayoría de la gente, dominé el miedo a morir. Si el precio por liberar a los Estados Unidos de la injusticia y los prejuicios raciales es mi muerte, estoy dispuesto a pagarlo”.
El 4 de abril de 1968 llegó Martin Luther King a Memphis para solidarizarse con 1300 obreros municipales en huelga desde hacía dos meses en reclamo de un aumento de salarios que le era negado. El avión que lo trasladó desde Atlanta a Memphis debió ser retrasado 15 minutos para revisar minuciosamente el aparato ante la amenaza anónima de una bomba a bordo. Debido a la fuerte crítica de la prensa por su alojamiento en un Hotel de 29 dólares la noche, se alojó en un modesto hotel de 13 dólares el “Lorraine” de dueño negro y destinado a gente de color. Frente a este hotel se ubicaba otro donde se alojó en la habitación 5 una persona bajo el nombre de John Willard, desde allí dominaba totalmente la visión del balcón del Lorraine.
El día estaba caluroso y Martin había trabajado toda la jornada, al finalizar se duchó y cambió para asistir a la cena, antes salió a tomar aire fresco al balcón. Un Remington cal. 30.06 con mira telescópica en poder de Willard quien tiró del gatillo, el disparo sonó seco, un impacto que arrojó a King por el aire se incrustó en su médula espinal, una hora más tarde moría en en la sala de primeros auxilios del “St. Joseph Hospital” a 2 km. del atentado. El senador Robert Kennedy hizo los arreglos para el traslado del cadáver a Atlanta.
Aquel fatídico 4 de abril de 1968 tenía 39 años de edad. El 8 de junio de 1968 después de haberse escondido en distintos países, Scotland Yard atrapó al asesino ya identificado por las huellas dactilares encontradas en el Remington 30.06, resultando ser James Earl Ray un sicario de poca monta, sin embargo nunca se esclareció la conjura ni los ideólogos de la misma. El mal parecía triunfar sobre el bien, sin embargo después de su muerte corrió y corre mucha sangre, detrás de aquél sueño que aún no se extinguió.