Cuando hablamos de Imagen Personal y Orden lo primero que se viene a la mente es Organización de Guardarropas. Sin embargo antes de ordenar el guardarropa hay un orden previo que debemos considerar, un orden que podemos definir como interior. Este paso previo nos permite optimizar el orden que llevaremos luego a la práctica en nuestro placard.
Seleccionar, descartar, ordenar se torna más fluido si primero consideramos esta parte intangible de la imagen y resolvemos nuestro orden interno.
Comencemos tomando conciencia de que si en el cuerpo se expresan las emociones que la boca calla. Porque la imagen personal había de ser de otro modo! Entendamos que nuestra imagen proyecta aspectos de mi relación con mi cuerpo, de mi estado emocional, mis sueños, mis gustos y mucho más.
Reencontrarnos con nuestra imagen es un paso que nos acerca a manifestar nuestra belleza y nos permite expresarla en el mundo.
Si les pregunto por sus objetivos en la vida, probablemente reciba un variado abanico de respuestas, pero si les pregunto, como encaja su imagen en esos objetivos, si creen que está alineada a ellos, si están proyectando realmente quienes son al vestir cada día, si son conscientes de lo que comunican con su imagen, es probable que las respuestas no fluyan con tanta rapidez.
Si les pregunto por los colores que usan, si saben cuáles son los colores que las favorecen y qué mensaje comunican con ellos probablemente también tengamos que tomarnos unos minutos para reflexionar.
Otra área que puede llevarnos un rato es definir nuestro estilo.
Cuando volvemos la mirada hacia nosotros en general somos los jueces más duros. Y la pregunta de cuáles son nuestras fortalezas suele llevarnos mucho tiempo de reflexión con resultados escasos, mientras que nuestras debilidades surgen con rapidez y abundancia.
Traducido a nuestra imagen, proyección exterior y guardarropas, esto significa que algo está fallando en Narnia, y el placard es un territorio sobre el que no tenemos mucho poder.
Entonces ¿cómo empezamos a caminar esta primera fase del orden antes del orden?
Les dejo algunas pautas:
– Reconocernos, aprender a mirarnos al espejo, redescubrirnos: nos miramos pero no nos vemos. Necesitamos re aprender la mirada. Ese es el punto de partida para comenzar a ordenar nuestra imagen y nuestro mensaje. Después de este reencuentro, ordenar el placard es alinear lo que tenemos con nuestros objetivos.
– Dedicar tiempo a la hora de vestirnos: que sea un momento de intimidad, de conexión, un mimo. Salir del modo mecánico, del modo trámite.
– Respetar el ámbito para el que me estoy vistiendo. Pasa muy seguido sobre todo para quienes trabajan de manera independiente, o tienen libertad a la hora de vestir para trabajar, que llegamos a un punto que sentimos que estamos siempre vestidas igual o lo que es peor, que siempre estamos vestidas para trabajar. Entonces ordenar también los looks y las prendas según las ocasiones de uso. Reservar algunas para lo laboral y mantener otra sección para expresarme en otras actividades y para encontrarme de otra manera.
– Conocer primero las repuestas a los interrogantes que les he planteado con anterioridad. Mis formas, mis fortalezas, mis colores, mi mensaje. Recién a partir de reconocerme puedo encarar la tarea del orden y puedo determinar los elementos que me ayudan en el objetivo que tengo.
Odenar estos elementos intangibles hace que luego pueda trabajar eficientemente en mi placar y logre proyectar una imagen armónica al vestir. ARMONÍA en las proporciones visuales, en el color y el estilo pero sobre todo armonía en el mensaje, armonía entre quien soy y lo que el espejo me devuelve.