La Asamblea del año XIII declaraba, entre otras cosas, en las Provincias Unidas del Río de la Plata lo que se llamó “Libertad de vientres”, que consistía en la liberación de todos los hijos de esclavos nacidos a partir del primero de diciembre de ese año, es decir, se producía la abolición de la esclavitud en estas tierras. Esto generó un formidable cambio cultural, que los derechos constitucionales posteriormente habrían de consolidar.
La esclavitud es el sometimiento forzado de una persona por el poder social, económico y político de otro o de un sistema, si bien la apropiación de “cuerpos y almas” está penado por la ley en casi todo el mundo, salvo en algunos países de los continentes Africano y Asiático, surge generalmente como consecuencia del racismo, la mano de obra barata, el analfabetismo, la pobreza y la promiscuidad, además de la privación ilegítima de la libertad por medios forzosos. Por otra parte, desde tiempos remotos el movimiento de personas destinadas a la esclavitud, fue generador de grandes ganancias económicas.
En los tiempos modernos aparecieron otras formas de esclavitud como la trata de personas, el trabajo mal pagado, la explotación infantil etc. En algunos casos por perversidad y en otros al amparo de creencias y costumbres tradicionales. En general este fenómeno recae sobre individuos considerados de casta inferior, minorías triviales y sobre todo pueblos originarios. Por otra parte se observa un crecimiento en los niños utilizados o sometidos a trabajos infantiles y mujeres destinadas al servicio doméstico o al ejercicio de la prostitución. El artículo 4º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada en 1948, establece que “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidos en todas sus formas”.
Posteriormente, el 2 de diciembre de 1949 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó “El convenio por la represión de la trata de personas y la explotación ajena”. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), millones de jóvenes son víctimas del trabajo infantil, el 73 % de estos 180.000.000 de personas desempeñan las peores tareas. La OIT y UNICEF hacen notar que pese a los permanentes e importantes esfuerzos por controlar este flagelo, la esclavitud no ha desaparecido.
Uno de los derechos fundamentales de los seres humanos es la libertad, la individualidad, el uso respetuoso del “libre albedrío”, que nunca han sido debidamente protegidos. Para los Cristianos y creyentes, de nada sirve la conmemoración de la Navidad (Nacimiento de Jesús) ni los festejos por el comienzo de un nuevo año calendario, si los derechos y libertades individuales no son respetados, por eso el 2 de diciembre es una gran oportunidad para reflexionar, cuando se conmemore como cada año “El día internacional para la abolición de la esclavitud”.