Parece que sin darnos cuenta somos mochilas elásticas con capacidad de acumular todo tipo de cargas emocionales, físicas, espirituales y energéticas.
Todas las cargas se acomodan de manera silenciosas y echan raíces en cada una de las áreas mencionadas, es importante registrar nuestro propio peso emocional, es decir poder expresar las emociones en el momento en que se presentan, exteriorizar las angustias, espantar los miedos y gritar lo que nos ahoga el alma, festejar la felicidad y adorar la gratitud.
Una tarea para poder registrar que estamos llevando más peso emocional de lo que podemos es el síndrome del Malestar Diario, es decir aquel sentimiento que brota de nuestro interior y nos hace sentir cansadas, quejosas, incómodas con el sentir cotidiano y una falta de atención personal para lograr un equilibrio psicofísico.
Conservar nuestro propio peso es poder sustentar sin dolor psíquico ni provocar obstáculo al disfrute, permitiendo en cada situación una oportunidad para disfrutar y estar en plena consciencia de lo que vivimos, ya que cuando nos sentimos cómodas en cualquier situación de la vida, podemos movernos desde la libertad y regresar las veces que sea necesario para sostenernos.
Mientras solo te cargues de responsabilidades, mandatos, exigencias, represiones, etiquetas y silencios dolorosos, y no te des un lugar privado para trabajar tu interioridad solo estarás depositando tu bienestar en un encuadre externo a la vida.
Recuerda que las cargas las llevas tú misma y solo tú eres testigo de toda tu historia, no permitas que te juzguen o critiquen por tus decisiones y aprende a vivir desde una conciencia plena, asumiendo todas las decisiones que debas tomar para buscar el verdadero camino hacia tu cambio interior.
Busca dentro de tu alma, tu verdadero peso emocional, basta de cargar con mochilas ajenas y piensa en profundidad que cargas en este presente y proponte sanar e ir deshojando cada pétalo viejo y seco para darle lugar a nuevos brotes llenos de sanidad y vida. Es hora de sostenerte desde el amor y plenitud sin culpas.