La educación tiene como fin último el desarrollo integral de la persona y es un proceso que comienza en el seno de la familia y luego continúa en la escuela, por lo que es indiscutible, que se necesita un trabajo en equipo entre ambas partes para lograrlo.
La UNESCO, plantea que la educación permanente debe ser una restructuración continua del ser humano, de sus conocimientos, aptitudes, y de su acción. Debe permitir tomar conciencia y desempeñar su función social en aras de lograr una trasformación en la sociedad.
De esta manera, la docencia cumple una función social esencial, junto a las familias, de garantizar la transmisión del capital cultural de la sociedad.
Pero cuando hablamos de enseñar contenidos curriculares, ¿hasta dónde llega la responsabilidad de la familia?
En este contexto de aprendizaje virtual, el rol de la escuela y la familia en el proceso de enseñanza y aprendizaje, han sufrido cambios y nuevas adaptaciones. Por un lado, los docentes tuvieron que innovar en sus prácticas y repensar estrategias para la enseñanza virtual. Por el otro, las familias se posicionaron en una función docente del estilo homeschool utilizando estrategias propias o combinadas con las de los docentes. En medio de este nuevo escenario: los estudiantes.
Y ¿entonces quién enseña?… sin dudas la responsabilidad de la enseñanza de contenidos curriculares, le compete a las instituciones educativas. Ellas poseen las herramientas y los recursos humanos y pedagógicos para lograr que el proceso de enseñanza y aprendizaje alcancen los objetivos planteados para cada ciclo escolar.
En esta nueva normalidad educativa la función de la familia es acompañar los procesos y estrategias que plantean los docentes, no debe recaer sobre ellas la responsabilidad de enseñar.
Para los estudiantes, y sobre todo los niños de los primeros años de la educación formal, es difícil trasladar la dinámica de aprendizaje escolar a casa. Como siempre recalco, el ambiente de aprendizaje debe ser un lugar amigable con ciertas características espaciales y funcionales para que el cerebro lo “reconozca” como tal. Para los niños, su casa es su casa, no la escuela y por lo tanto se requiere de mayores estrategias para sostener la atención y la motivación para aprender. Además, los adultos que acompañan en las tareas escolares, no siempre cuentan con el conocimiento pedagógico para hacerlo o los recursos materiales. También es frecuente, que los vínculos entre los adultos a cargo y los niños se vean afectados por el desborde emocional que provoca la frustración de no poder resolver o completar la tarea escolar.
Pero calma ¡No todo es tan terrible!
Existen algunas estrategias simples y prácticas para acompañar a los niños en la tarea escolar:
* Pedir ayuda a los docentes para que les faciliten el cómo enseñar, en determinados temas que resulten complejos y no confundir a los niños con otras maneras o recursos.
* Acompañar sin gritos o amenazas. En caso de sentirse desbordados por la tarea, es conveniente, dejarlo para otro momento con mayor calma.
* Permitirles a los niños que se equivoquen. NO completar o corregir las tareas antes que los docentes. El docente sabe cómo aprovechar el error como instancia de aprendizaje.
* Los grupos de wsp de familias deben ser un lugar de consulta y apoyo y no de críticas permanentes a la tarea de docente. Los niños escuchan o perciben este malestar y se desmotivan aún más en sus obligaciones escolares.
Este tiempo de pandemia es, sin dudas, una bisagra en la educación formal y en la emocionalidad de todos. Pero no podemos perder de vista que los estudiantes están atravesados por mucha incertidumbre y miedos que no favorecen ni motivan para aprender. Entonces, priorizar los vínculos y buscar estrategias de juegos con experiencias de actividades cotidianas como recursos para aprender, serán las mejores estrategias de la familias para acompañar en los aprendizajes de sus hijos.