Eduardo Hoffmann, artista argentino, estudió en Mendoza con Zdravko Dučmelić y fue discípulo de Julio Le Parc en París. Actualmente vive en Buenos Aires y desde su taller conversó con nosotros sobre su arte y su trabajo reciente.
El aspecto más conocido de su obra son sus pinturas ¿En qué otras disciplinas se desarrolló?
Como se puede ver no tuve ni tengo intención de insistir con una sola morfología, estilo o procedimiento, y este continuo desdoblamiento, que en principio me trajo algunos problemas, hoy está visto como algo determinante en mi obra. Y voy más allá, no solo cualquier tarea que en la plástica se inscriba, sino que asimismo siento una complicidad a punto de proceder en todas las manifestaciones artísticas, como si alguna disponibilidad vacante me reclamara. Pero entiéndase bien por favor, no con “ellas” puedo sino con “ellas” quisiera. Y probablemente porque el mayor tiempo transcurrido lo he pasado pintando, es que considero que la pintura es la verdadera disciplina que he desarrollado, por las demás son asignaturas pendientes donde entro y salgo cíclicamente, y al poco tiempo el llamado de la pintura me reclama como una concubina celosa… y de todas las artes, probablemente haya sido la música mi amor imposible, porque con ella no es suficiente con la voluntad.
La mirada generalizada pone a los pintores en un status diferencial con respecto a otras artes. ¿Cuál es el motor de esa fascinación por la pintura?
Leonardo iba más allá, consideraba a la pintura la madre de todas las artes, acaso porque en esos pocos milímetros de materia se pueda condensar tanta información, pero debo confesar que me he sentido escaso, como pintor, cuando recorro las entrañas de alguna de las “otras artes”.
Actualmente es reconocido dentro del arte contemporáneo y con la expectativa de un crecimiento permanente. Sus obras ya se exhiben globalmente. Desde ese lugar, ¿nos puede dar una mirada sobre el estado del arte?
La presencia en otros países se ha ido adaptando a nuestro día a día, siempre es preferible un atisbo de movimiento que la parálisis. Es paradójico, pero al mismo tiempo muy comprensible, que el arte, en esta época tan singular y escéptica, se resista y sea un buen amarre a la vida, tanto social como económico.
¿Cómo fue su relación y cómo influyeron Zdravko Dučmelić y Julio Le Parc?
Tanto Dučmelić como Le Parc tienen un común denominador, la pasión, y eso no sé si se puede transmitir, pero si de algo estoy seguro es que yo soy un beneficiario.
Al recorrer el taller y observar sus obras en conjunto llegan voces como las de Picasso, Velazquez, Miró, Goya y René Magritte, su fuerte identidad hispana y francesa. ¿Cómo las vive y las lleva a su obra?
Es muy acertada tu percepción, pero además de los que nombraste y que han sido grandes paradigmas para la historia del arte, siento mucha afinidad con las manifestaciones de todas latitudes, y fue en mi formación que no eludí a nada ni nadie, y que aún hoy continúan siendo muy motivadores. Por otro lado, tengo que admitir que pisar alguna de sus huellas nos dispone en un lugar de privilegio.
Sus obras no llevan título y están numeradas. Al momento de esta nota superan las 5000. Sus manos de artesano y los brazos fuertes de un ex rugbier hablan de disciplina y muchas horas de trabajo. ¿Cómo conviven con la apariencia caótica del estilo de sus pinturas?
La pintura es “escondedora” y creo que el espectador con el ADN de su propia percepción puede descifrar ese acertijo, y si no está todo dicho es posible que la obra se regenere permanentemente. El caos es mi orden, y es ahí, en ese universo, como un antropólogo, que me aproximo perpetuamente a mi trabajo.
Algunas de las pinturas están definidas por espacios vacíos que va llenando en pinceladas de color y otras hablan de una complejidad de capa sobre capa de colores y texturas. Todas dominadas por la luz y el movimiento. A veces como reminiscencias de geografías, otras como fluidos en constante evolución. ¿Cuál es la motivación o el trabajo que lo lleva a esa expresión?
Tengo una formación clásica en el mejor de los sentidos, no tengo una materia pendiente en eso, y puedo argumentar esto en mis primeras pinturas que están muy cerca de las pinturas flamencas en su desarrollo, y tomo esa experiencia cuando la necesito. Paso de una problemática simple a una compleja y viceversa, cuando siento que la obra está “completa”, en las próximas pinturas de forma natural tengo un tiempo de licencia para los silencios.
Durante el largo confinamiento de la cuarentena en Buenos Aires no dejó de pintar; cada día realizó una obra ¿Qué resultó de ese trabajo?
A partir del confinamiento realicé un pequeño formato por día con una medida estándar para todas las pinturas, y las enumero por el día que corre. Es una forma de clavar una estaca en el almanaque.
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Nota y Fotos: Carlos Navarro @navarro.photo