Es sabido que la curiosidad es el motor del aprendizaje. Desde Aristóteles (384-322 a.C), pasando por John Dewey (1859-1952), hasta Stephen Hawking (1942-2018), se ha considerado la importancia del desarrollo del conocimiento a través de la curiosidad como factor disparador del pensamiento reflexivo.
En la actualidad el sistema educativo tiene vestigios muy marcados de estandarización de las estrategias y por otro lado, de la pedagogía de las respuestas a preguntas fácticas, sin opciones a la experiencia o la indagación.
Es frecuente encontrar cuestionarios a desarrollar del tipo: “Qué función cumple… cuáles son las características de… cuándo y cómo sucedieron los hechos…?”. Este tipo de preguntas encuentran sus respuestas a un clic y las olvidan con la misma rapidez, aquí el aprendizaje se reduce a la repetición inconexa de información.
Aprender a pensar supone desafíos, preguntas que lleven a buscar y relacionar información significativa para el desarrollo de nuevos saberes a través del pensamiento crítico y reflexivo.
El S. XXI demanda líderes competentes, capaces de reflexionar, de influir, de generar innovaciones en el mundo que los rodea, pero paradójicamente, la escuela es la que trunca el pensamiento creativo y en red con el que los niños ingresan al sistema.
A pensar se aprende, pero este aprendizaje es posible en un ambiente donde se problematice el aprendizaje, donde todas las ideas para resolver un desafío sean posibles a través del conocimiento empírico, la espontaneidad, el debate y los acuerdos.
Pensar cómo se arribó a determinada conclusión, requiere de un ejercicio de metacognición que haga visible los procesos o caminos por los cuales el estudiante transitó para llegar. Dicho en otras palabras, hacer visible el pensamiento, hace posible aprender a pensar. En este caso las preguntas guías serían “ Cómo creen que se logró… qué hubiese sucedido si… cuáles serían las mejores opciones para…”. A partir de preguntas disparadoras que conecten con la realidad contextualizada de los estudiantes, es la mejor manera de despertar el interés y el gusto por aprender.
Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho.
Paulo Freire