A cierta edad, muchas mujeres transitamos una revolución o mejor dicho: una Re-Evolución.
Después de varias tormentas, algunas heridas, muchas cicatrices y un poco de alboroto emocional, llega el día en que nos permitimos despertar para ir en búsqueda de nuestra mejor versión.
En este camino aprendemos que ya no nos define la profesión, la mirada del otro, la maternidad ni el éxito empresarial. En este camino aprendemos que lo que nos define es nuestra capacidad de evolucionar, de seguir adelante atravesando las tormentas, sabiendo que siempre, luego sale el sol y no es una metáfora, es real: sale el sol.
No hay tormenta suficiente que nos derribe si somos flexibles como para adaptarnos a las circunstancias y a la vez con fuertes convicciones acerca de lo que queremos y de lo que ya no queremos. Adaptarnos no es claudicar, es estar alertas para encontrar en medio del caos, la fortaleza.
Para que podamos disfrutar de la salida del sol, es importante no quedarnos ancladas en los conflictos buscando culpables, sino es necesario continuar buscando soluciones y cuál es el aprendizaje.
Cada tormenta, por más dura que parezca, es una oportunidad de Re- Evolucionar, para transformarnos y comenzar a crecer desde adentro, con menos presiones y mayor fortaleza.
Re-Evolucionar nos permite proponernos nuevas metas sin temor a los obstáculos con la certeza de que tenemos las herramientas y el talento para continuar, a pesar de los daños y los años.