La ciencia nos ha enseñado que nuestro cerebro trasforma en imágenes las palabras que recibe. Cuando escuchamos una palabra conocida, nuestro cerebro lo ve como una imagen y no como un conjunto de letras.
¿Pero qué sucede con la palabra NO?
La expresión negativa no tiene una representación en imágenes para el cerebro, es por eso que cuando decimos “no quiero tal cosa”, el cerebro lo que ve es “la tal cosa”.
Con los niños esto se hace más evidente y cuando utilizamos la NO, como: No grites, No corras, No toques… parece que siempre hace lo contrario. En realidad lo que sucede es que su cerebro solo registra el resto de la frase sin reconocer el NO.
Por lo tanto cuando le decimos a un niño “No puedes gritar”, su cerebro solo entiende el “puedes gritar”.
Esto explica por qué los niños en ocasiones, parecen hacer lo contrario a lo que les decimos, es que en realidad su cerebro capta solo lo positivo del mensaje. No es que sean desobedientes, sino que debemos cambiar nuestra forma de expresarnos para que registren lo que queremos que hagan.
Por ejemplo, en vez de decir:
- NO corras dentro en la cocina, camina despacio en la cocina por favor.
- NO grites, hablemos en voz baja para que te entienda.
- NO se toca, aquí solo se puede mirar.
- NO le pegues, tratemos con amor y respeto a todos.
No solo los niños se sentirán mejor y responderán de la manera esperada, sino que si utilizamos frases positivas para solicitar lo que necesitamos también con los adultos, les aseguro que les sorprenderán como es posible empatizar y ser más asertivos en la comunicación.
Si mal no recuerdo, la infancia consistía en tener ganas de aquello que no se podía conseguir”. – Audur Ava Ólafsdóttir